Por qué los jugadores inteligentes abandonan las máquinas

Solía pensar que los jackpots me llamaban. Luego entendí: las luces no parpadeaban para mí, sino hacia mí. Cada giro era una eco estadística, no un milagro. Aprendí que la riqueza real no está en los carretes, sino tallada en patrones que solo el analista sereno ve. No persigo números calientes; los rastreo como geólogos trazan vetas minerales: lentos, deliberados, silenciosos. La máquina no recompensa la valentía; recompensa la consistencia. Un RTP del 92% no es generosidad; es ingeniería. ¿Y cuando aparece el “free add”? Eso no es suerte; es cebo.